ESTE ES TU ESPACIO DE CREACION PERSONAL Y GRUPAL
ESPERAMOS QUE ESTE SEA
EL LIBRO DE RUTA QUE ESCRIBAMOS JUNTOS.
BIENVENIDOS A LA CLASE DEL TALLER INTEGRAL 1, AÑO 2009.
LIC. FERNANDA RASCHI Y LIC ROMINA PEREYRA

domingo, 24 de mayo de 2009

Cuenta Cuantos Cuentos

De Walter Carabajal
Alías: Rafael
(cuentos cortos)

CUENTO I

“La eterna sensación de no saber dónde”

El susurro de algunas almas que andaban por ahí, no me dejaron tranquilo. Me encontraba perdido sin saber a dónde ir. Sólo sabía que si me quedaba quieto me iba a pasar algo más terrible si me dirigiese a otro lugar. Si es que puedo decir otro lugar no sabiendo mi ubicación, o aunque sea una sola señal.
Estaba solo, dentro de un monte, donde todo y cada uno de los árboles se encontraba quieto, ni siquiera una sola hoja se movía. Me molestaba desde el sudor que me caía por la frente, hasta el silencio, que siendo como es produce ruido. Y más si estas a punto de entrar en un ataque de miedo y pánico. Aunque nadie sabe si ya estaba en él.
Ni mis pensamientos màs alocados o desestructurados, como fui siempre, me iban a prevenir que me encontraría en una situación así. Mi corazón ya comenzaba a latir al doble. Lo que trataba de entender era, cómo y porqué había llegado a ese lugar, pero ni una neurona quería funcionar. Toda mi energía estaba enfocada en encontrar la manera de salir de allí.
No sabía la hora, pero la luna que estaba ubicada justo arriba mío me decía que eran unos minutos más que las tres de la madrugada. Eso era lo menos que me intranquilizaba.
Entonces tomé todo lo poco de valentía que me quedaba y comencé a caminar, cada paso que hacía era acompañado por un ruido lejano pero a la vez cercano a mi instinto. Luego de caminar mucho tiempo, digamos que como cuarenta minutos. Me rendí, y me senté entre el pasto, y arbustos. Pero seguía en el mismo monte. Como si ése no tuviera principio ni fin.
Como de sorpresa, sentí unos pasos detrás de mí. Y sentí como que alguien se acercaba a pasos muy lentos. Me di vuelta rápidamente y era un hombre. Un sujeto de altura bastante considerable, postura bien elegante, un saco largo. Se acercó más y pude ver sus facciones. Un escalofrío interminable me recorrió todo el cuerpo, una desesperación mezclada con relajación me adormeció la lengua y no me dejó decir ninguna palabra. Mis ojos querían llorar, pero algo en mi interior era como que ya estaba seco.
Me paré lentamente, me acerqué a él y lo miré a los ojos. Eran verdes esmeraldas, y su ojo derecho derramó una lagrima. Ese hombre era mi padre y lo que más me angustiaba era que había dejado nuestro mundo hace quince años.

No hay comentarios: