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LIC. FERNANDA RASCHI Y LIC ROMINA PEREYRA

lunes, 29 de septiembre de 2008

COMENTARIO SOBRE CUENTOS DE EDGAR ALLAN POE



Edgar Allan Poe (1809-1849) Escritor, poeta y critico romántico estadounidense. Conocido como el maestro universal del relato corto. Además, es considerado el inventor del relato detectivesco y renovador de la novela gótica. Estudio en la universidad de Virginia. Integro el Ejército por un breve lapso. Su obra celebre fue el poema “Cuervo” (1845). En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo; su desastrosa adicción al alcohol y su supuesto consumo de drogas, atestiguado por sus contemporáneos, contribuyó a su temprana muerte en Baltimore, el 7 de octubre de 1849, con 40 años de edad clamando, “Que Dios Salve mi pobre alma”.


“El Corazón Delator”.
Este cuento comienza con un frase: “¡es verdad! he sido y soy terriblemente nervioso; pero ¿por qué afirman que estoy loco? (…) escuché muchas cosas del infierno, ¿cómo puedo estar loco? Escuchen (…) cuán tranquilamente puedo contarles la historia…” y allí comienza contando como sucedieron los hechos, aparentemente, éste sujeto tenía un vecino, un anciano, al que odiaba demasiado, disque por “su ojo”, si su ojo, que lo miraba tan fijamente que parece se sentía desnudo delante suyo, entonces lo asesinó…
Luego de matarlo, trata ocultar el cuerpo de la siguiente forma: primero desmembró el cadáver, cortó la cabeza, los brazos y las piernas; luego sacó los tablones del piso de la habitación y depositó el cadáver debajo, y reconstruyó todo de nuevo, que ningún ojo humano lo podía detectar.
Luego de haber realizado este aberrante hecho, bajó a atender la puerta y allí estaban, unos oficiales de policía, que había ido por que otro vecino escuchó ruidos. El con total normalidad los atendió, ¿porque iba a temer?... pero al colocar las sillas, para que tomaran asientos, no tuvo mejor idea que poner la suya en el mismísimo lugar donde yacía el cuerpo descuartizado, y en su mente, comenzó a sentir “ latidos, zumbidos, dolores de cabeza, empezó a empalidecer”, “ el sonido se hacia cada vez mas fuerte” ¡ no podía soportarlo mas(…) debía gritar o morir(…) villanos-grité-¡ no disimulen mas! ¡Arranquen los tablones! ¡Aquí, aquí! ¡Este es el latido de su horrible corazón!”, de esta manera confesó su asesinato; a pesar de que había hecho todo lo posible para esconderlo, a los ojos humanos, claro, pero su conciencia fue la que “lo delató”.
Marcia Glas


“La carta robada”
Todo comienza en el momento en el que el St. Dupin y Edgar estaban conversando sobre un homicidio sucedido una semana atrás, cuando golpearon la puerta de la habitación, al abrirla se dieron con un efectivo de la policía, quien recurría al lugar para solicitar ayuda a Dupin en un caso de desaparición de una carta, la cual era sumamente importante debido a que contenía información política. La correspondencia fue sustraída de la casa real y vieron al hombre que la sustrajo, y además consideraban poco probable que no la tuviese consigo.
Al cuestionar sobre la veracidad de los datos, el policía respondió que el sujeto debe de ser seguramente el ministro, pues, si esa carta la hubiese tomado otra persona diferente a la que implica la misma, poco a poco irían apareciendo datos que revelarían que la carta esta en manos de terceros y se iría a pique la identidad de personas de la alta esfera de la policía.
Entonces la policía y Dupin fueron a la casa del ministro. El operativo fue llevado a cabo en silencio ya que no querían que el ministro se de por anoticiado de que era el principal sospechoso. Pero después de mucho buscar no encontró nada y convocó a una reunión de amigos para esa noche.
Después de mucho pensar, el prefecto idealizo que el mejor lugar para esconderla hubiese sido un lugar común, es decir: no esconderla. Por ello, Dupin volvió otra vez a la casa del ministro y reviso celosamente toda la habitación hasta que encontró la carta, la cual estaba en un tarjetero que colgaba de un perilla de la chimenea. Luego de divisarla, Dupin procedió a retirarse del lugar, pero dejo su tabaquera, la cual era la excusa para volver al día siguiente.
Ya en la mañana siguiente, Dupin volvió a la casa del ministro por su tabaquera. Estaban conversando, cuando desde afuera oyeron un disparo y gritos. El ministro corrió a la ventana a ver que sucedía y Dupin fue hasta donde la carta y la reemplazo por la replica. Luego de conversar un momento se retiro. Cabe destacar que el hombre que efectúa el disparo fue contratado por Dupin.
Franco Ceballos


“Los crímenes de la calle Morgue”
Dupin vivía en París, junto a su amigo, el narrador de la historia (que no nos dice su nombre). Una noche, paseaban por las calles de la ciudad mientras conversaban. Cuando de repente, ambos dejaron de hablar por unos minutos. Nuestro narrador quedó sorprendido a cerca de un comentario que había hecho Dupin, que lo llevaba a pensar que le había leído la mente, pero Dupin le explicó las asociaciones que había realizado para llegar a lo dicho.
Al otro día, leyendo el diario, se encuentran con la misteriosa muerte de la madre y su hija, ambas fueron encontradas con signos de violencia la noche anterior en su casa, ubicada en la calle Morgue.
No conforme con los testimonios de las personas que encontraron a las mujeres y las escasas averiguaciones policiales, Dupin decidió hacer sus propias investigaciones.
Dupin recurrió al lugar del hecho, y analizo detenidamente cada una de las pistas: el mechón de pelo blanco arrancado desde la raíz, la cuchilla de afeitar ensangrentada, las posibles entradas o salidas, los cadáveres.
Leyendo nuevamente las noticias, un orangután salvaje africano, traído en un barco de mercancías, se había escapado del muelle recientemente. Investigó sobre esa especie y, confirmando sus pesquisas, descubrió que se trataba de un animal extremadamente fuerte.
Tras entrevistar al marinero, pudo concluir que el animal logró escaparse de su jaula, y su dueño lo asustó con el látigo con el que lo castigaba anteriormente. El animal corrió furioso por los barrios hasta llegar a la calle Morgue, donde trepó a la casa en la que se encontraban madre e hija; donde le causó la muerte a una mediante la hoja de afeitar y a la otra ahogándola, mientras el marinero presenciaba aterrado lo sucedido.
Noelia Achával